¿Podemos decidir entre Monarquía y República?

A raíz del anuncio de la abdicación del Rey Juan Carlos, se ha abierto un debate que ha sido diferente en cada una de las instituciones. Aunque, en realidad en ninguna de ellas ha sido un debate Monarquía-República. Desde CHA hemos planteado la celebración de un referéndum sobre el modelo de la Jefatura del Estado. Y se ha planteado en ayuntamientos, comarcas, DPZ, Cortes de Aragón y en el Congreso a través de la Izquierda Plural.

En la Diputación de Zaragoza presenté primero, y debatimos anteayer, una Propuesta de Resolución en ese sentido, que sólo apoyamos CHA e IU; y que rechazaron PP, PSOE y PAR. Estas son las ideas que defendí:

 1.-Este no es un debate Monarquía-República (ese llegaría si se convoca una consulta-Referéndum), tampoco sobre el refrendo de la abdicación del rey (eso se debatía ese día en el Congreso); y tampoco sobre la Reforma Constitucional, cuyo proceso se abriría después del Referéndum.

 2.-Lo que se debate es si es legal, procedente, constitucional u oportuno un referéndum para que los españoles se pronuncien sobre el modelo de la Jefatura del Estado. Es legal: art. 92 de la Constitución “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos” (así fue en 1986: para permanecer en la OTAN o en 2005 para ratificar el Tratado que establecía una Constitución Europea).

 3.-Según la Constitución, la soberanía reside en el pueblo español, luego no puede ser más constitucional. Afecta a TODOS los españoles y TODOS pueden pronunciarse (no a una parte como en el caso del derecho a decidir que se invoca desde Cataluña, y que se ha rechazado precisamente por eso).

 4.-Es legítimo y democrático sea cual sea el resultado; y a continuación se abre un proceso de reforma constitucional: casi el 70 % de los españoles no pudieron votar la constitución de 1978. En ese proceso se parte de la voluntad expresada por el pueblo en las urnas respecto al modelo de Jefatura del Estado.

 5.-Se argumenta que en 1978 ya se pronunció el pueblo español. Pues bien, cuando se votó, se eligió entre Dictadura (no al referéndum constitucional) o Democracia (si al pack constitucional: que llevaba ya incluído –entre otros cientos de asuntos- el modelo monárquico para la Jefatura del Estado). En aquel momento el debate era dictadura/democracia. Nunca se ha votado específicamente sobre ese asunto en España.

 6.-El futuro rey Felipe VI (V de Aragón) debiera ser él mismo quien lo reclamara. Si lo ganaba (muy probable) sería un rey –el primero- absolutamente legitimado por el pueblo; si ganaba la opción republicana, se podría retirar (no le faltarían ofertas generosas) respetando lo que dictaminaba el pueblo. No puede haber mayor dignidad. En cualquier caso, entraría en la historia por la puerta grande. Yo lo haría. Ojo, imaginen que lo hiciera: los que ahora se niegan en redondo a la consulta, serían los primeros en aplaudir con las orejas esa decisión.

7.-Frente a los argumentos del PSOE o PP de que ahora no es el momento, digo que aquí hay muchos republicanos de noche (Lambán, Rubalcaba, Susana Díaz todos ellos de profuuuundas convicciones republicanas, según dicen) y monárquicos de día… Si ahora no es momento de que el pueblo se pronuncie… ¿cuando lo será? Si en el momento de máximo descrédito la monarquía, no se puede replantear ¿cuándo hay que hacerlo? ¿cuándo esté en su momento álgido?

8.-No olvidemos que según el sondeo de El País del 8-junio: el 62 % de la población desea decidir “en algún momento” sobre la Monarquía (con independencia de lo que votase en esa consulta). Además si creen –como asegura el PP- que la mayoría apuesta por la monarquía, ¿por qué tienen miedo a que opinen los ciudadanos?

En la parte dispositiva de la propuesta pedíamos que el Pleno de la Diputación Provincial de Zaragoza, consciente de la grave crisis institucional que padece el Estado español, se instara al Gobierno Central con objeto de convocar inmediatamente un referéndum vinculante en el que la ciudadanía española decida libremente sobre la forma política de la Jefatura del Estado: la continuidad de la Monarquía o la instauración de la III República; con carácter previo –en cualquier caso- a un proceso de reforma constitucional en el sentido determinado por la ciudadanía.