Labordeta siempre

Hasta siempre, José Antonio.  ¡Cuánto te debemos Aragón y los aragoneses! Sirvan estas líneas de testimonio de una trayectoria, de un esfuerzo compartido por Aragón, amplificado entre los años 1995 y 2008, años en los que acentuó su participación política con Chunta Aragonesista (CHA)  hasta el máximo y en los que alcanzó el reconocimiento público de la ciudadanía aragonesa sin distinción.

En una manifestación contra el trasvase

Quiero hoy glosar su figura y su obra, reproduciendo este artículo que escribí hace unos meses para el libro-homenaje a Labordeta que publicó el Rolde de Estudios Aragoneses:

No podría entenderse la polifacética vida de José Antonio Labordeta sin uno de sus perfiles que ha tenido más proyección en la última década: el político, el parlamentario. Durante todo su periplo político, que ha coincidido con mi presidencia de CHA (1995-2008) he trabajado estrechamente con él: han sido 13 años.

Labordeta siempre ha tenido una vocación política. No ha sido el típico intelectual, atrincherado en su despacho, con sus libros, distante de la sociedad que le rodea. Al contrario, siempre ha estado disponible para empujar las libertades y apoyar las causas que valen la pena. Y siempre dando la cara. Para quienes crecimos en el final del franquismo y despertamos a la democracia con el rasgueo de su guitarra y sus letras reivindicativas, socarronas e intimistas ha sido un orgullo poder compartir estos años con él. Nunca ha sido fácil hacer política desde Aragón, por y para Aragón. Pero si algo hemos aprendido miles y miles de aragoneses y aragonesas en la voz del maestro desde los años setenta hasta hoy es que hay que perseguir nuestros sueños. Es un legado político y personal que nuestro Labordeta, militante y diputado de CHA, ha dejado en esta aventura colectiva que es nuestro proyecto político.

Ha representado al pueblo aragonés en las Cortes de Aragón primero y en el Congreso de los Diputados después. Antes, ocupó posiciones testimoniales en otras candidaturas progresistas, pero es en 1996 cuando da un significativo paso adelante al encabezar la candidatura de Chunta Aragonesista (CHA) al Congreso. Recuerdo aquel viaje en coche de vuelta de una reunión en Huesca, en diciembre de 1995, en el que le propuse ser cabeza de lista. Como Presidente de CHA, debía buscar la mejor opción. Ya nos habíamos estrenado en las Cortes de Aragón con dos diputados y en los principales Ayuntamientos y el nuevo objetivo era poder llevar a Madrid nuestro proyecto. Me imaginó viajando a Madrid dejando niños pequeños en casa y aceptó pensando que salir elegido era imposible. Hicimos una buena campaña en 1996 con un masivo concierto-mitín en el Palacio de los Deportes , que era un clamor: “Sí, sí, sí, el abuelo va a Madrid”. Y casi lo logramos: alcanzamos en la provincia de Zaragoza los 43.477 votos, muy cerca del acta de Diputado. Le faltó “el cantico de un duro”, como escribió Mariano Gistaín.

En una de nuestras noches electorales

Labordeta volvió a ser cabeza de cartel en 1999. Se celebraron simultáneamente las elecciones a Cortes de Aragón y al Parlamento Europeo, además de las municipales. Por apenas unos dos mil votos en todo el Estado no llegó al Parlamento Europeo, pero la alegría fue mayúscula en el Hotel Hesperia donde realizábamos el seguimiento electoral: CHA había obtenido cinco diputados en las Cortes y uno de ellos era Labordeta (que iba de cuatro por Zaragoza) y otro , yo mismo, por Huesca.

Durante un año pudimos compartir su trabajo en el Palacio de la Aljafería donde cumplió con sus responsabilidades de Diputado como uno más. Ejerció de portavoz de CHA en la Comisión Agraria (había que verlo hablar allí de concentración parcelaria, de cooperativas o de las ayudas de la PAC y sacando a colación a la menor oportunidad sus olivos de Belchite) o en la Comisión de Peticiones y Derechos Humanos (atendiendo las inquietudes de todo tipo de asociaciones y colectivos). Aquel curso fue un magnífico aprendizaje para el destino que el pueblo aragonés iba a depararle: el Congreso.

Estábamos seguros de que no sólo sería el mejor candidato al Congreso, sino el mejor diputado aragonés en Madrid. Le volví a convencer. Sólo me puso como condición, al igual que en la vez anterior o en la siguiente, que fuera yo el número 2 de la candidatura. Así, compartimos las sucesivas campañas electorales formando un tándem.

He hecho miles de kilómetros con “el abuelo” de pueblo en pueblo, memorizando nuestra geografía de montañas, llanos, vegas y desiertos, compartiendo cansancio e ilusiones (está hecho un chaval, yo iba con la lengua fuera), pero con ilusión y amor a nuestro país y a sus gentes. Miles son las anécdotas de días y tardes-noches en pueblos y ciudades de nuestro Aragón. Para nuestros compañeros de las comarcas era el día “D”, pero para nosotros era un día después de otro y previo al siguiente. Agotadoras jornadas en las que interveníamos en varios actos públicos cada día. También en las campañas autonómicas participaba como el que más. Yo le preparaba unas rutas con supuestos atractivos turísticos o gastronómicos, que me “recordaba” a la vuelta, de madrugada y agotados. No sé cómo aguantaba José Antonio, pero a menudo estaba más fresco que los demás.

En marzo de 2000 nuestra candidatura por Zaragoza recibió la confianza del 12,7 %  de los votantes. CHA por primera vez irrumpía en el Congreso y con un parlamentario con valor añadido, como se iba a demostrar a lo largo de ocho años. Labordeta se convirtió en el mejor embajador no sólo del Aragonesismo político, sino del conjunto de Aragón ante la sociedad española. Aragón empezó a aparecer en la agenda política. En el Congreso nunca se había hablado tanto de Aragón. Él se convirtió también en una de las referencias de la lucha contra el trasvase del Ebro, en la tribuna y también en la calle. Le recuerdo emocionado en la Puerta del Sol de Madrid, entonando el ‘Canto a la Libertad’ como colofón a la multitudinaria manifestación contra el Trasvase de marzo de 2001.

Nadie como él supo personificar la resistencia cívica ante la mayoría absoluta de Aznar. Los versos de su hermano Miguel (“Mataos / pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna”) fueron el más duro alegato contra la guerra de Irak en la sesión de  febrero de 2003. Aunque no puedo olvidar –en ese mismo año- cuando se vio obligado a mandar “¡a la mierda!” a varios maleducados diputados del PP que le increpaban mientras interpelaba al Ministro de Fomento. Aquella imagen dio la vuelta al mundo y logró que la mayoría de la sociedad se identificara con este Diputado sin pelos en la lengua, que actuaba con la franqueza propia de los aragoneses. He de reconocer que cuando lo supe, esa misma noche, me acosté “acongojado” por la posible repercusión mediática del incidente. Nada: nuestra sede se inundó de mensajes de apoyo y felicitación de todos los rincones que uno pueda imaginarse.

Acto central de la campaña electoral de CHA del año 2004. Se repite la escena: miles de personas en pie, con las manos enlazadas, llenando la plaza de toros, cantando el Himno a la Libertad de Labordeta, todo un himno oficioso de Aragón. Por cierto, antes nos había cedido a CHA los derechos de la canción “Somos” (como esos viejos árboles…). Labordeta revalidó el escaño e iba a sostener contra “polvo, niebla, viento y sol” la enseña cuatribarrada de Aragón en Madrid. En una situación muy complicada, tras la masacre del 11-M, alcanzamos el 14,5 % en Zaragoza (94.252 votos en todo Aragón).

En la Moncloa, legislatura 2004-2008

Hubo alternancia y pudo conformarse una mayoría progresista de la que CHA participó constructivamente. Y Labordeta puso su voto a trabajar por Aragón, sacando partido de la nueva etapa: arrancando inversiones para nuestras comarcas en cada ley anual de Presupuestos o respaldando las nuevas leyes sociales que ampliaban los derechos de la ciudadanía, pero también haciendo frente a los ramalazos centristas de Zapatero en educación o política fiscal.  O defendiendo, en 2006 con una gran lección de dignidad, su oposición al alicorto e insuficiente Estatuto de Autonomía, entre la incomprensión o indiferencia de demasiados aragoneses.    

En su despacho en el Congreso, en 2006

En estos años de servicio público ha representado nuestros mejores valores y ha demostrado una enorme capacidad para comunicar con la gente (con el personal, como él dice). Conformó un equipo de lujo con  el coordinador, el paciente Paco Pacheco, y con su presencia dinamizó a los argoneses en Madrid que capitaneados por Chusé Inazio Felices hicieron de su despacho la sede de CHA en la capital. Una reunión siempre era buena escusa para acabar cenando en el Pizza Nostra de la C/ Jovellanos, contigua al Congreso. Pulverizaron las cifras de iniciativas de los parlamentarios aragoneses, siempre en contacto con todas las comarcas y municipios de Aragón, de punta a punta.Labordeta ha defendido el Canfranc, las carreteras o el ferrocarril convencional con la misma energía con la que se ha opuesto a Yesa, Biscarrués o al trasvase. Igual se ocupaba de las infraestructuras de Teruel, cuya existencia ratificó con un debate monográfico realmente histórico y que supondría más adelante la creación de un Plan Especial para Teruel, que estaba atento a las necesidades de los barrios de Zaragozao o de Huesca. Pocos lugares no han contado con él en un momento u otro.

Recuerdo que tanto cuando nos entrevistábamos con ministros o presidentes del gobierno, daba igual si era Jaume Matas (PP) cuando el trasvase, que el propio Zapatero, más de la mitad de las entrevistas se nos pasaban con anécdotas y comentarios divertidos con los que disfrutaban unos y otros. Eso sí, luego había que acelerar porque siempre llevábamos una extensa nómina de asuntos a tratar.

Labordeta no ha sido un político convencional, como tampoco lo es el proyecto político de CHA. Quizá por eso su personalidad nos ha ayudado a abrir espacios y a ensanchar horizontes. Puso su voz al servicio de un país, Aragón, y de unos valores, los de la izquierda, y llevó ese compromiso hasta el Congreso, donde ha sido una voz diferenciada y libre en la defensa de los intereses aragoneses. No me cabe la menor duda de que no sólo los hombres y mujeres de CHA, sino la inmensa mayoría de los aragoneses le están agradecidos a José Antonio por estos años de entrega y compromiso. Sin cargos de gobierno, él ha hecho más por Aragón que muchos políticos de sillón pegado o que muchos intelectuales ensimismados.

Gracias por todo.